La cascada de Santiago Apoala

Cuando quiero estar ahí simplemente cierro los ojos y busco ese sonido que ha quedado grabado en mi memoria, busco el canto del agua.

Trataré de explicarme: estaba acostado, sumergido, sintiendo la fuerza de la corriente, escuchando sordamente el rugido de la cascada. Abrí los ojos y sonreí.

Santiago Apoala es un destino que bien vale la pena el viaje, ¿pero qué digo? El viaje en sí es hermoso, con paisajes interesantes, con la tierra roja de la Mixteca y con buena comida de por medio.

Aislado, en un valle pequeño, Apoala tiene mucho que ofrecerte: su arroyo rodeado de ahuehuetes, su cañón y sus grutas, Sus campos de trigo, su cielo, y su silencio nocturno.

Escucho otra vez el canto del agua. Sigo sumergido, feliz. La cascada se llevó con su fuerza el cansancio, los pensamientos que estorbaban y la sensación del tiempo. Olvidarte de todo, de estar ahí, en el presente solamente, eso es lo que vale la pena.

Volver es una promesa. Quiero escuchar nuevamente el canto de Apoala.

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